¿Por qué está prohibido hacer fotos en los museos?


La razón principal, y más conocida, es por el famoso flash. Alegan que las fotos con flash poco a poco van estropeando los pigmentos de las pinturas, y hacen que envejezcan más rápido. ¿Qué hay de cierto en esto?

Bien, está claro que una exposición continuada a una fuente de luz y calor, como puede ser el Sol, tiene efectos devastadores en los colores. Sólo hay que ver cómo se quedan azules los productos que llevan mucho tiempo en los escaparates. Numerosos estudios han confirmado que, efectivamente, el flash de las cámaras afecta a las pinturas, en un minúsculo porcentaje, pero si sumamos todos los destellos que recibe un cuadro cada día que está expuesto, la cosa cambia.

Se estima que, a partir de 35.000 disparos de flash que se le haga anualmente a una pintura, ésta se ve afectada de forma significativa. Pero ojo, estamos hablando de flashes clásicos o de xenón. Los destellos que emiten la mayoría de las cámaras y móviles modernos tienen un flitro que reduce la parte ultravioleta de su luz, que es la más dañina, por lo que entonces estamos hablando de un efecto menos peligroso de lo que nos venden. Entonces, ¿por qué esa obsesión por prohibir fotos con o sin flash?

Pues hay varias razones más:

– A veces los museos no poseen los derechos de autor de las obras que exponen, y poder hacerles fotos supondría un problema legal.
– Se sabe que los turistas que fotografían las obras de un museo, luego no compran nada en la tienda de recuerdos.
– Que haya constantemente gente fotografiando una obra, evita que otras personas puedan disfrutar la experiencia de contemplarla tranquilamente. Y con flashes constantes ni te cuento.

Este último motivo es el que más nos convence a nosotros. ¿Y a ti?


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